El Infante Don Enrique el Navegante
Tras los viajes de Marco Polo y,
prácticamente cerrada la Ruta de la Seda hubo un largo paréntesis de más de un
siglo en las relaciones comerciales directas de Europa con el extremo oriente.
Será desde Portugal, e impulsados
por el infante Enrique, conocido históricamente como “el navegante”, donde se
retome el proyecto de comerciar directamente con los productores asiáticos de
piedras preciosas, seda y especias.
El plan portugués de alcanzar la
India rodeando por mar el continente africano tardará un siglo en llevarse a
cabo, y consistirá en la formación de sucesivas expediciones que irán
circunnavegando porciones cada vez más amplias de costa hasta llegar al extremo
sur de África y posteriormente a la India.
Objetivo: La India
Este proyecto tendrá que
enfrentarse con graves problemas como la inexperiencia de los navegantes
europeos que apenas conocen del mundo poco más que las costas europeas, la
falta de embarcaciones adecuadas para un viaje tan largo o las dificultades
para orientarse en navegación en mar abierto. A esto hay que añadir la fuerza
contraria que suponía la leyenda que afirmaba que más allá del Cabo Bojador (no
muy al sur de Marruecos) enormes peligros esperaban a quien se atreviese a
superarlo. Tampoco ayudaba nada que desde la antigüedad griega se hubiesen
difundido las ideas del geógrafo y astrónomo Ptolomeo en forma de mapas en los
que el desconocido continente africano se prolongaba de forma extraordinaria
hacia el sur para luego estar unido a tierras asiáticas, lo que venía a
significar que el viaje por mar desde Europa a Asia bordeando África era un
imposible, ya que el bastante desconocido océano Índico no sería más que un mar
interior al que rodean completamente Asia y África. Por último el viaje de
Portugal a la India bordeando el continente africano se enfrenta más allá de
las Canarias a vientos casi siempre contrarios.
Ante estas dificultades la
respuesta de Enrique el Navegante fue crear una auténtica escuela de navegación
en Sagres (en las proximidades del Cabo de San Vicente, el extremo suroeste de
Portugal) desde donde se coordinarán esfuerzos para mejorar las naves,
contratar a sabios cartógrafos que mejoren los mapas e ir organizando las
sucesivas expediciones formando a marineros de los puertos más próximos. El
infante en persona abandonará la capital Lisboa para coordinar desde Sagres la
gran empresa marítima portuguesa. Los sabios y técnicos, en muchos casos
extranjeros, reunidos en Sagres dibujarán nuevos mapas, construirán
instrumentos de navegación, mejorarán las características de las carabelas para
poder enfrentarse a las dificultades del océano...
A lo largo del siglo XV marineros
portugueses (y numerosos extranjeros, sobre todo italianos) irán aprendiendo a
navegar utilizando la brújula, y otros instrumentos novedosos como el
cuadrante, para orientarse sobre mapas cada vez más amplios y precisos. Al
regreso de sus expediciones los datos y experiencias aportados por estos
marinos servirán a su vez, para que los sabios y técnicos mejoren los mapas,
instrumentos de navegación y embarcaciones.
Madeira, Azores y el Cabo Bojador
El primer paso dado por el
infante Enrique había consistido en la conquista de la ciudad de Ceuta en 1415
lo que suponía además la entrada de Portugal en el comercio del oro y esclavos
africanos. En los años siguientes se reforzarán las posiciones de los
portugueses en la isla de Madeira, y en los archipiélagos de las Azores y las
Canarias, aunque en estas últimas entrarán en conflicto con el reino de
Castilla, hasta que por medio del Tratado de Alcaçovas, el archipiélago canario
quedará en manos castellanas con la condición de que las tierras que se descubran
hacia el sur de África sean para Portugal.
Un punto importantísimo, el Cabo
Bojador, más allá del cual según ciertas leyendas muy extendidas se extendía el
Mar Tenebroso y era imposible la vida, se rebasó con la expedición (tras otras
muchas fracasadas fundamentalmente por el pánico de los marineros) dirigida por
Gil Eanes en 1434. Este mismo marino rebasará el Trópico de Cáncer al año
siguiente.
Las costas del Africa subsahariana
Con esto, los portugueses dejan
atrás las áridas costas saharianas y alcanzan la zona tropical africana
(desembocadura del río Senegal, Cabo Verde) donde en las décadas siguientes se
establecerán puertos dedicados al comercio de oro y esclavos.
La muerte del infante Enrique en
1460 supuso un freno al ritmo de los descubrimientos, aunque en décadas
posteriores se recorrerá el golfo de Guinea y se cruzará el ecuador.
A partir de 1474 se ocupa de la
empresa Atlántica el príncipe (luego rey Juan II) Juan, sobrino de Enrique. En
los años ochenta prosigue el avance portugués hacia el sur de África,
destacando los viajes de Diogo Cao, que alcanza la desembocadura del río Zaire
y posteriormente navega por las costas de Angola y Namibia. Quedaba el camino
abierto para las expediciones de Dias que alcanzará y rodeará el extremo sur de
África y de Vasco Da Gama que culminará el proyecto portugués de alcanzar las
especias por una nueva ruta marítima.
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