lunes, 28 de noviembre de 2016

Plaza Mayor de Madrid.

Casa de la Panadería en la Plaza Mayor.
la Plaza Mayor, la gran obra madrileña de la dinastía Habsburgo, que fue protagonista de nuestro Siglo de Oro en cuanto a centro de comercio y a lugar de reunión popular. En los primeros tiempos de los Austrias esta plaza era más pequeña, de fisonomía irregular, y además se llamaba diferente, plaza del Arrabal, precisamente por haber nacido en lo que antes fue uno de los arrabales de la Villa, es decir, en un barrio periférico.
A medida que la ciudad creció alrededor de este   barrio, la plaza ganó en importancia y a finales del siglo XVI se decidió ampliarla y dotarla de una forma cuadrada, aunque no llegaría a terminarse hasta 1617. En la Plaza Mayor, que los domingos se llena de puestos dedicados principalmente a la numismática y la filatelia, encontramos varios elementos dignos de mención:
 la Casa de la Panaderíaes el edificio más destacable de la Plaza Mayor de Madrid. Está situado en el centro de su lado norte y se distingue en seguida por ser el único que tiene pinturas murales en su fachada. La Casa de la Panadería, quizá por ser el más antiguo y por su importancia, ha marcado la configuración del resto de edificios de la plaza. Destaca en primer lugar por la decoración pictórica de su fachada, donde podríamos pasar horas descubriendo personajes. Los soportales de la planta baja están rematados con once arcos de medio punto entre columnas adosadas. Más arriba tiene otras tres plantas más una cuarta abuhardillada. La Casa de la Panadería se comenzó a construir en 1590, cuando la plaza del Arrabal (actual Plaza Mayor) tenía su primitiva forma irregular, y su primer uso fue ese, el despacho de pan en su planta baja. El primer piso se destinó a la Casa Real para que el monarca y su corte presenciaran las fiestas y espectáculos públicos de la plaza. El principal encargado de su diseño y construcción fue Diego Sillero, mientras que la reconstrucción posterior, tras el incendio de 1672, fue obra de Tomás Román.
La estatua ecuestre de Felipe III, monarca con quien se inauguró el plaza, que data de 1616; y el Arco de Cuchilleros, en el rincón suroeste, el más monumental de sus accesos, diseñado por el arquitecto Gómez de Mora. Se trata de una estatua ecuestre, de esas que abundan en Madrid, erigida en homenaje a un monarca que tuvo poco de jinete o de militar. Si por algo destaca el recuerdo de Felipe III es precisamente por ordenar la finalización de las obras de la Plaza Mayor. La estatua de Felipe III representa al monarca montando su caballo, con la cabeza descubierta y vistiendo media armadura, gola y peto decorado. De su cuello pende el collar de la Orden del Toisón de Oro y con su mano derecha sostiene la bengala de General. Con la mano izquierda sujeta las riendas del caballo, cuya pata delantera izquierda está levantada para dar sensación de movimiento


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